Momentos
Chupinazo
Las fiestas de San Fermín comienzan el día 6 de julio a las 12 del mediodía con el Chupinazo, el lanzamiento del cohete desde el balcón principal del ayuntamiento.
El chupinazo es el cohete anunciador de las fiestas, que da paso a 204 horas de fiesta ininterrumpida. El inicio de las fiestas es uno de los actos más emblemáticos y multitudinarios del programa.
Es un evento relativamente moderno. El primero se lanzó en 1941 a propuesta del teniente de alcalde Joaquín Ilundáin y el periodista José María Salazar. Sin embargo y según cuentan las crónicas, fue Juan Etxepare, estanquero de la Calle Mayor, el primero en pedir y obtener permiso del Ayuntamiento de Pamplona para, en 1931, tirar cohetes a las doce del mediodía del 6 de julio a pie de calle y rodeado de chavalería.
En la actualidad, más de 12.500 personas se congregan en la plaza del Ayuntamiento (que mide 2.502 metros cuadrados) para escuchar el discurso anunciador y esperar a que estalle el cohete… ¡y la fiesta!
¿Cómo es?
Tres minutos antes de las 12 del mediodía, la persona responsable de encender la mecha sale al balcón acompañada de un ordenanza municipal y del responsable de la pirotecnia Caballer, fabricante del cohete.
Los mozos y las mozas, en su espera, corean ‘¡San Fermín!, ¡San Fermín!, ¡San Fermín!’, y alzan los pañuelos rojos, que anudarán al cuello tras el inicio de la fiesta.
Los clarineros anuncian el momento y, tras el saludo tradicional bilingüe castellano/euskera, y con algunas variantes según quién lo lanza, la persona elegida proclama el tradicional:
‘Pamploneses, pamplonesas… ¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermin!’.
El acto inaugural de las fiestas se puede seguir también desde las inmediaciones de la plaza y, con menos aglomeraciones, desde otros puntos de la ciudad a través de las pantallas gigantes que el Ayuntamiento coloca en el Paseo Sarasate, Plaza de los Fueros y Parque de Antoniutti.
Procesión
La Procesión del día 7 de julio es quizá una de las tradiciones más arraigadas de los Sanfermines, ya que su origen data del siglo XII, cuando era obispo de la ciudad Pedro de París, también conocido como Pedro de Artaxona.
El alcalde, las concejalas y los concejales, vestidos de gala, salen del Ayuntamiento hacia la Catedral para recoger al Cabildo, a quien le corresponde presidir la procesión en honor al Santo. Posteriormente se dirigen a la iglesia de San Lorenzo para recoger latalla de San Fermín y comenzar la procesión por las calles del centro durante una hora y media aproximadamente.
Les acompañan la comparsa de Gigantes y Cabezudos, clarineros, maceros, txistularis, dantzaris, timbaleros, representantes de los gremios históricos, la Hermandad de la Pasión y la Congregación Mariana. Cierra la procesión la banda municipal de música La Pamplonesa.
Lo más emotivo de la procesión son las pausas que se realizan durante el recorrido. Son los llamados ‘momenticos’, paradas en las que se aprovecha para homenajear especialmente al santo.
De vuelta a la iglesia de San Lorenzo, el arzobispo celebra la misa, después de la cual la Corporación acompaña de nuevo al Cabildo a la catedral. Allí los gigantes bailan en el atrio de la Catedral al son de txistus y gaitas, mientras suenan las campanas, los clarines y La Pamplonesa. Destaca el sonido de la campana María y sus 12.000 kilos, la segunda más grande de España, fabricada en 1584.
La Corporación regresa al Ayuntamiento al son del ‘Asombro de Damasco’ y los dantzaris se despiden bailando entre la multitud en la Plaza Consistorial.
Pobre de mí
Los Sanfermines acaban oficialmente el 14 de julio a las 12 de la noche con el ‘Pobre de mí’ entre velas y cantos entonados por las personas que se congregan en la Plaza Consistorial y despiden las fiestas hasta el año siguiente.
El ‘Pobre de mí’ es la despedida de despedidas, pues durante todo el día los adioses se repiten: el 14 se viven el último encierro por la mañana, el adiós a los gigantes y cabezudos al mediodía y la última corrida de toros de la feria por la tarde.
Con el pañuelico rojo todavía al cuello y una vela encendida en la mano, cientos de personas se congregan ante la iluminada fachada del Ayuntamiento para despedir al Santo y sus fiestas.
Desde el balcón consistorial, el alcalde anuncia el final oficial de los Sanfermines y proclama el ‘Ya falta menos’ para que comiencen las fiestas del año que viene.
Uno de los momentos más emocionantes llega cuando todas las personas presentes, a las 12 de la noche, se quitan el pañuelico y lo alzan sujetando sus picos con las dos manos. Se entonan el ‘Pobre de mí’ que dice así
“Pobre de mí, pobre de mí, que se han acabado las fiestas de San Fermín”
Para, inmediatamente después pasar a entonar diferentes temas sanfermineros y el ‘Ya falta menos’. Las fiestas de San Fermín han terminado oficialmente.
Además de en la Plaza del Ayuntamiento, este acto de despedida se puede presenciar desde la Plaza del Castillo, gracias a una pantalla gigante en la que se muestra el ‘Pobre de mí’. Las peñas suelen elegir este emplazamiento para su adiós a San Fermín. En una procesión a la inversa, tras el ‘Pobre de mí’, muchas gentes de Pamplona y visitantes se dirigen a la verja de la Iglesia de San Lorenzo, en cuya capilla permanece el Santo, para depositar allí sus velas y pañuelicos en una ceremonia de homenaje y adiós.