Quién fue San Fermín

Del 6 al 14 de julio, Pamplona se viste de blanco y rojo para celebrar 9 días de fiesta dedicados a San Fermín, santo patrón de Navarra junto a San Francisco javier desde 1657.

Cuenta la leyenda que Fermín era hijo de Firmus, senador de la ciudad romana de Pompaelo, actual Pamplona. Firmus confió la educación de su hijo al presbítero Honesto y éste convirtió al cristianismo a toda la familia. Fermín se marchó a evangelizar a las Galias y con 24 años fue consagrado obispo en Toulouse (Francia).

Recorrió Aquitania, Auvernia, Anjou y Amiens, y empezó a obrar milagros: devolvió la vista a un ciego, sanó lepra, parálisis y embrujos. El gobernador romano Sebastián, para recuperar el culto a Júpiter y Mercurio, ordenó que Fermín fuera encarcelado y finalmente degollado con un sable un 25 de septiembre. En recuerdo a ese martirio, la ciudad de Pamplona luce el pañuelico rojo anudado al cuello durante las fiestas.

Procesión de San Fermín
Procesión de San Fermín
Imagen del San Fermín en la Iglesia San Lorenzo.
Iglesia San Lorenzo

Según la leyenda, los restos de San Fermín descansarían en la Catedral de Amiens y su culto no llegó a Pamplona hasta el siglo XII. A través del Camino de Santiago, quienes peregrinaban desde Amiens trajeron la noticia de que en su ciudad se veneraba a un santo de Pamplona. Varias reliquias llegaron a la ciudad, las más famosas fueron las que trajo el obispo Pedro de París y todavía hoy se conservan en la Catedral de Pamplona y en la imagen del Santo de la Iglesia San Lorenzo.

Origen de la fiesta

Una fiesta con casi 1.000 años de historia.

Ya en la Edad Media se celebraban el 10 de octubre, en recuerdo de la entrada de San Fermín en Amiens, funciones religiosas y una multitudinaria comida para las gentes pobres de la ciudad. Poco a poco se fueron añadiendo comedias, música, juglares, tambores y danzas durante la procesión. Los festejos como tales comenzaron a instaurarse en el siglo XVI.

En 1591 el Ayuntamiento, debido a las inclemencias climatológicas del otoño, trasladó la fecha de las celebraciones al 7 de julio, haciéndola coincidir con la feria franca, que atraía a numerosos compradores y comerciantes, y la organización dentro de ellas de corridas de toros.

Procesión 1924
Procesión 1924
Encierro 1924
Encierro 1924

En el siglo XX, el progreso de los medios de comunicación, el transporte y el turismo, comenzó a generar la llegada masiva de gente que llega a Pamplona para disfrutar de estas fiestas. El escritor norteamericano Ernest Hemingway, premio Nobel de Literatura en 1954, favoreció notablemente este proceso de universalización al ambientar su novela ‘The sun also rises’ (‘Fiesta’) en los Sanfermines en 1924.

Y desde entonces, nuestra fiesta, internacionalmente conocida, no ha dejado de crecer ni de atraer a gente de los más recónditos lugares que vienen maravillados con la idea que tienen y se marchan sorprendidos y enamorados de lo que ni siquiera podían imaginar que vivirían en nuestra ciudad.

De blanco y rojo

Según la leyenda, el santo fue degollado y de ahí que se luzca un pañuelo rojo anudado al cuello durante estos nueve días de fiesta.

En Sanfermines lo tradicional es vestirse con el traje de pamplonica, es decir, de blanco camisa, pantalón o falda, y con la faja y el pañuelico de fiestas, de color rojo. En estas fechas casi todo el mundo lleva el llamado ‘uniforme’ de fiestas, creando estampas realmente vistosas de blanco y rojo. No se sabe exactamente por qué se adoptó este atuendo, ni quién lo ideó, pero lo cierto es que consigue integrar a todo el mundo dentro de la fiesta. La sencillez de este atuendo festivo hace que, tanto personas del lugar como gente de fuera lo utilicen, creando verdaderas mareas humanas de blanco y rojo, los dos colores que caracterizan las fiestas de San Fermín.

El origen del ‘traje’ de pamplonica no está demasiado claro. Existen varias teorías que intentan explicar esta costumbre popular, que se ha instaurado con el paso del tiempo. Se suele señalar a los socios de la peña La Veleta como sus creadores. Esta peña se fundó en 1931 por gente de origen humilde, de clase obrera en su mayoría, que buscaban una especie de uniforme que los identificara y a su vez sirviera para distinguirse de otras asociaciones.

Bailes en la Plaza Consistorial
Chupinazo en la Plaza Consistorial

En realidad una vestimenta blanca era bastante fácil de conseguir y, además, muy asequible para cualquier bolsillo. Por otra parte, cumplía el objetivo de señalarse, ya que es sin duda un color muy vistoso, que junto con el rojo, lo hacía más llamativo si cabe. Probablemente por estos motivos, el atuendo se fue popularizando hasta extenderse al resto de la fiesta.

El pañuelo rojo es imprescindible para integrarse plenamente en el ambiente sanferminero. La tradición manda anudarse el pañuelo al cuello instantes después de que el chupinazo inaugure las fiestas, hasta el ‘Pobre de mí’ que despide la última celebración de los Sanfermines.

En cuanto a su significado y simbolismo no existe un acuerdo y coexisten diferentes versiones. La tradición recoge el color rojo del pañuelo como un recuerdo del martirio de San Fermín, que murió decapitado en la ciudad de Amiens, durante las persecuciones del siglo III. El rojo simbolizaría la sangre del santo.

Hemingway

Las fiestas en honor a San Fermín fueron una celebración doméstica hasta que en 1923 un joven Hemingway llegó a Pamplona. Tres años más tarde publicó su primera novela de éxito ‘The sun also rises’ (‘Fiesta’), una obra que convirtió los Sanfermines en una de las citas más famosas del mundo.

‘Fiesta’ narra la historia de un grupo de estadounidenses y británicos que vagan sin rumbo fijo por Francia y España, miembros de la generación perdida del periodo posterior a la I Guerra Mundial. Fue esta obra la que lanzó a Hemingway como uno de los principales escritores de su tiempo. El éxito de la novela hizo incluso que en 1957 fuese llevada al cine por Henry King.

Ernest Hemingway (Illinois, 1899 – Idaho, 1961) llegó a Pamplona el 6 de julio de 1923, acompañado de su primera esposa, Hadley Richardson. Su carácter apasionado y valiente le impulsó a involucrarse en las fiestas de San Fermín como un pamplonés más: corrió delante de los toros, entabló amistad con toreros, como Antonio Ordóñez, y paisanos como Juanito Quintana, comió, bebió y bailó con las gentes de esta ciudad, experimentando con ellos la alegría y la euforia de los Sanfermines.

El escritor americano quedó tan fascinado con las tradiciones de la capital navarra que su presencia fue una constante en los años veinte y tras el paréntesis de la Guerra Civil Española, en la que participó activamente a favor de la República Española, y de la II Guerra Mundial, regresó en dos nuevas ocasiones, 1953 y 1959, llegando a sumar 9 Sanfermines. Entre esos dos años, Ernest Hemingway fue galardonado con el Premio Pulitzer en 1953 y un año más tarde obtuvo el Premio Nobel de Literatura.

Hemingway
Ernest Hemingway. Autor: Julio Ubiña
Ernest Hemingway. Autor: Julio Ubiña

Atesoró con fervor la receta del ajoarriero caracterizándose por ser un hombre de costumbres y volver siempre a sus establecimientos favoritos. Algunos de ellos permanecen abiertos hoy en día: el bar Txoko, el Hotel La Perla, el Café Iruña, todos los de la céntrica plaza del Castillo, y el Hotel Yoldi.

El Ayuntamiento de Pamplona tributó un homenaje a Ernest Hemingway el 6 de julio de 1968, con la inauguración de un monumento en el paseo que lleva su nombre, junto a la Plaza de Toros, acto al que asistió su última esposa, Mary Welsh. El monumento, obra de Luis Sanguino, lleva en su base la siguiente leyenda: “A Ernest Hemingway, Premio Nobel de Literatura, amigo de este pueblo y admirador de sus fiestas, que supo descubrir y propagar. La Ciudad de Pamplona, San Fermín, 1968”.

La fiesta explicada por la gente

Aquí podrás ver una recopilación de vídeos grabados durante la pandemia de la Covid-19 en el año 2021 en los que, diferentes personas explican qué son los Sanfermines, qué valores encarnan y acercan un poco más a eso que no puede llegar a explicarse del todo y que se vive en nuestra ciudad.

Cada vídeo se corresponde a un peldaño de lo que los pamploneses llamamos “la escalera de San Fermín”, una tradición basada en el cántico popular que dice así:

“1 de enero, 2 de febrero, 3 de marzo, 4 de abril, 5 de mayo, 6 de junio, 7 de julio San Fermín. A Pamplona hemos de ir…”

y que representa una cuenta atrás popular que demuestra cómo, la fiesta, está viva y presente en Pamplona más allá de sus 9 días de celebración.